Todos somos conscientes de que las cosas hace años no eran como son ahora. La vida ha cambiado mucho gracais a la tecnología. En otros tiempos, algo tan simple como almacenar los alimentos parecederos era un auténtico reto para el ingenio. Hoy vamos a tomar como ejemplo la manzana.
Antiguamente, la manzana era un producto muy apreciado y considerado que se situaba por encima de otros alimentos. Se solía consumir diariamente, sobre todo la gente del campo.
Las manzanas se almacenaban en un lugar seco y poco ventilado. En el suelo de esta habitación se colocaba una capa espesa de paja de centeno y sobre está, una capa de manzanas con un espacio entre sí. Luego se espolvoreaba con yeso y encima se colocaba nuevamente otra capa de paja de centeno a la que se le añadía otra tanda de esta fruta y así hasta formar unas 5 ó 6 capas.
De esta manera, las manzanas se conservaban durante mucho tiempo y se mantenían frescas y saludables.
Y es que esta fruta ha formado parte de nuestra historia. Fruta presente en la Biblia, decisiva para Adán y Eva. Fue elemento clave que permitió a Isaac Newton descubrir la Ley de la Gravedad. Fue el logotipo utilizado por los Beatles para su compañía discográfica y en el siglo XXI es el logotipo de referencia de una importante empresa tecnológica.
La manzana aporta hidratos de carbono fundamentalmente en forma de azúcares como fructosa, glucosa y sacarosa y contiene cantidades apreciables de fibra.
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